Presentación del 106 Cuaderno de Roldán. Al Cerro del Hierro.

El sábado 28 de octubre se presentó en San Nicolás del Puerto el nº 106 de los singulares Cuadernos de Roldán. Una entidad cultural y viajera que aunque tiene su génesis en los ambientes tabernarios de Sevilla, va dejando su estela pictórica y literaria por toda la geografía en forma de pequeños libritos, en los que, junto a un tema o lugar en común, se agrupan y editan las obras de pintores y poetas. El tema elejido en esta ocasión fue el Monumento Natural y antigua mina del Cerro del Hierro. El lugar cedido por el Ayuntamiento de San Nicolás para el evento, su histórica y acogedora Casa de la Cultura. 

Llegué pronto hasta la puerta del recinto. Un libro de metacrilato pegado a uno de los muros laterales te recuerda que estás en el pueblo del escritor Manuel Sánchez Chamorro.

Es  difícil andar por aquella parte alta de la calle Castillo, donde termina el pueblo, y no recordarlo. Por allí tuve la ocasión de pasear con él cuando presentó el Libro Vampiro a sus convecinos, unos meses antes de que le diagnosticaran su letal enfermedad. Me mostró su inclinada parcela de frutales en la ladera de los primeros tramos del Huézar, en la que soñaba levantar una casilla para cuando se jubilara. La última vez que lo vi fue en la presentación de Las Fuentes de la Luz en la Fundación Amalio . Averigüe después, porque nunca me lo contó, que él ya sabía que transitaba sus últimos días. Se sentó en las primeras sillas, y al concluir el acto, leyó en voz alta, diría que premonitoriamente, el poema No eternidad. 

En la agenda del sábado, los visitantes que desde Sevilla y para coger un atobús se dieron el madrugón para este día, tenían una visita al monumento natural del Cerro del Hierro. Cuando llegaron a la Casa de la Cultura se completó con creces el aforo. Hasta hubo gente de pie al fondo. Saludó y dio la bienvenida don Juan Carlos Navarro, alcalde de San Nicolás, que habló de Sierra Morena, de las emblemáticas joyas que son las Minas y el Huéznar, y también recordó a Chamorro. Después, Quintina Falcón, presentadora del acto, nos explicó los orígenes de tan diversa, artística y entrañable asociación, y prosiguió desgranando página a página, obra a obra, todo el contenido del librito. Fue llamando al atril a inquilinos e invitados para que hablasen de sus ilustraciones o leyesen sus poemas o los de los inquilinos no presentes. 

No fueron todos los que estaban, pero con los que fuimos estuvimos entretenidos hasta la hora de comer, pasadas las dos, rato de casi dos horas que volaron. Yo leí mi poema cuando se me llamó al estrado, agradecí y pedí disculpas por la extensión, ya que para donde prometí Haiku o Tanka a lo sumo, tuvieron que maquetar tres décimas y rodar una ilustración. En el otro cuaderno que participé me ocurrió lo mismo. No tengo remedio.   

Al Cerro del Hierro

Entre sus senos de estíos dorados

e inviernos crudos de helados espejos,

guarda Sierra Morena un cofre viejo

por riberas y dehesas escoltado.

Senderos umbrosos, frescos, callados

con vasto silencio Cronos barrena,

al olvido el destino los condena.

A su áspera faz de roca y arcilla

soledades de cuarzo la acuchillan,

recuerdos de hierro minan su pena...

Pena que truena en sus pozos: coplillas

de antiguos mineros que el viento drena

desde vetas y filones, cantilenas

de hambre y sudor que surcaron mejillas.

Sus ecos por las vegas de Sevilla

forjaron para Triana un regio puente,

por el que cruzan al hombro penitente

El Cachorro y la Esperanza Trianera,

mientras cubre la rapa olivarera

toda la serranía, lentamente.

Lentamente esta vida pasajera

desdeñó las riquezas de sus frentes:

reptan por sus veredas las serpientes,

retoñan en sus menas las higueras

y sus simas son cálidas zorreras;

buitres y cigüeñas de negro vuelo

anidan en sus riscos bajo el cielo,

riscos que en otras eras fueron mar

y que hoy son estandarte de un lugar

que mira hacia el futuro con recelo.