y los álamos ocres vieron que agitado
abrazabas de un soplo sus pestañas
y las dejabas caer secas al asfalto.
Hoy dejé de mirarte gris tras el cristal
salpicado de tu llanto de octubre.
Hoy salí a buscarte entre tus charcos,
por el fatigado granito de las callejuelas
caminé empapándome en tu aliento.Entre la gente apenas te notaba,
pero estabas allí, haciéndote importante:
en las ropas con olor a oscuridad,
en las prisas por llegar a casa,
en mis manos ocultas de ti en mis pensamientos…
Hoy bajé de mi soledad para abrigarte,
para cubrir con mis brazos tu llanto gris,
y no te pude consolar como cada otoño,
pues no hallé calor en mis bolsillos.
"El reloj de letras"
Bubok editores, 2011
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